Muestra de la diversidad cultural que enriquece al INSP, Edilberto Hernández Cárdenas, alumno de la Maestría en Ciencias con área de concentración en Sistemas de Salud, nos platica su travesía antes de formar parte de nuestra comunidad.
Por: Carlos Eduardo Linares Reyes
Edilberto me gustaría que nos platicaras, ¿Cómo es que llegas aquí, cuál es tu contexto? Platícanos un poquito de quién es Edilberto antes de llegar al instituto.
Soy originario del estado de Oaxaca, de una población indígena, pertenezco al pueblo Triqui y soy médico de formación. Estudié en la capital de ese Estado, en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y terminé la carrera en el 2007. Como sabrán, los profesionistas indígenas tenemos pocas oportunidades tanto laborales y por falta de oportunidades, todavía menos para continuar un posgrado. A pesar de ser el primer médico triqui no pude trabajar con todo y que existen Instituciones de salud tanto del IMSS como de la Secretaría de Salud en las comunidades triquis. No pude colaborar con ellos. De tal forma que, en marzo de 2007 me aventuré a salir del país rumbo a Estados Unidos como indocumentado. Antes de irme, como no encontraba oportunidades, me dediqué algún tiempo a la venta de artesanías. Gracias a esta experiencia pude conocer gran parte de la República Mexicana.
¿Qué vendías?
Vendíamos artesanías de Oaxaca, pulseras, collares, chaquiras, ropa típica. También compraba cosas de Guerrero y pues la verdad me fue muy bien económicamente—Ya mejor no regreso a trabajar como médico—me dije. Pero cuando vendía en mi puesto de artesanías llevaba mi libro de medicina y entonces algunos médicos que visitaban el puesto se dieron cuenta— ¿Y tú qué haces con ese libro? Si eres artesano—me preguntaban—No. Yo soy médico—les contestaba. Continuamente me decían —Edilberto la verdad, la verdad, eres un profesionista y por si no lo sabes, ahorita tienes la oportunidad de hacer algo por tu gente y no lo harás vendiendo, sino estudiando— Recapacité en la sugerencia de un médico que me dijo eso y me puse a pensar que era cierto.
Pero cuando dejaba de vender e iba a buscar trabajo en alguna Institución de Salud se me volvían a cerrar las puertas. Y tomé la decisión de irme a buscar el “sueño americano” que tienen algunos profesionistas mexicanos que no consiguen trabajo. Crucé la frontera y la verdad fue una experiencia que a veces no tengo palabras para contarla. Corres mucho riesgo desde que sales de tu comunidad, durante todo el trayecto hasta llegar a la frontera y se incrementa al momento de cruzar la línea.
El grupo con el que iba—cuatro integrantes de mi comunidad—caminamos durante tres días y pasamos a Estados Unidos por la ciudad de Tecate, Baja California. Me sentí muy mal conmigo mismo pues yo era un profesionista e iba con mi propia gente pero era gente que nunca había estudiado a diferencia de mi.
Me sentía mal, muy raro. Me pregunté muchas veces—¿qué hago aquí?—Me sentía mal porque nos andaban persiguiendo, teníamos que cruzar lugares muy peligrosos; subir y bajar montañas, dormir entre la hierba. Corríamos mucho riesgo ahí. En ese momento me dije—Tengo que conseguir algo de esta experiencia en Estados Unidos—. Pensaba esto porque había tenido contacto con algunos médicos que al comentarles mi intención de ir a Estados Unidos me decían— El chiste es que cruces, estando allá puedes buscar la manera de cómo seguir adelante— Pasé la frontera y llegué a un ranchito y a ese lugar llegaron por nosotros unos compañeros que nos llevaron a San Diego. Por ese “viaje” pagué dos mil dólares.
Regreso un poquito a la experiencia que nos contabas, esos tres días que caminaste por el desierto y las noches a descubierto ¿Qué sentía Edilberto durmiendo y recordando esas oportunidades que se le habían negado en su país?
Estaba enojado porque recordaba el sacrificio de mis padres cuando estudié mi carrera entre los años 97 al 2004. En esos años universitarios nunca te forman para enfrentarte a los problemas de tu entorno social, en la escuela de medicina te enseñan más a conocer enfermedades, a tratarlas, curarlas. Eso es todo lo que aprendes mas no te enseñan qué hay en el proceso de salud- enfermedad de alguna comunidad. Me enojaba muchísimo que problemas económicos, sociales y políticos que aún se viven en la región de la que soy originario me hayan arrojado de ahí.
A veces estamos hablando de conflictos armados en otras partes del mundo y la región triqui podríamos decir que es una zona de guerra porque no hay justicia, no hay leyes, los triquis se matan entre ellos. Todo esto por cuestiones políticas y fue unos de los problemas que yo no quise enfrentar y no quise aceptar trabajo allá porque es muy difícil, porque hay otros intereses políticos. No es como en otras regiones que la gente se va del lugar porque no hay trabajo, no hay terreno, o porque se pelea mucho o por límites territoriales. El caso de la región triqui es muy diferente. Ahí el problema es más político.
¿Nunca buscaste trabajo, ahí en tu región?
Sí. De hecho fui con el jefe de la jurisdicción que ya me conocía pues yo pedí hacer mi servicio social en mi comunidad y ahí lo conocí. Entonces la experiencia fue muy exitosa. Porque cuando yo llegué a la cabeceara municipal— a pesar de que son treinta y dos comunidades las que abarca la región— cabecera político-religioso de la comunidad triqui: San Juan Copala, ahí, en ese Centro de Salud, a pesar de que las otras comunidades tenían el propio, la gente no acudía allá sino que venían conmigo porque dominaba la lengua triqui. Fue una experiencia que realmente me sirvió mucho.
Y pensé: aquí hay que hacer algo. Y no porque viniera y como médico de consultorio pudiera cambiar las cosas. Al contrario, vi la necesidad de hacer otras cosas; pero pensé que para eso tenía que estudiar primero o trabajar. Si quiero apoyar pues tengo que trabajar para poder mantenerme y así poder ayudar a la gente. Pero nuevamente no se dio. De hecho regresé con el jefe de la jurisdicción y le comenté— ¿Sabe qué? Veo que la región necesita de profesionistas que de verdad estén interesados por la gente y no que vengan solamente a cumplir un requisito más para llegar a ser médico—.
Con toda esa necesidad que viste, con toda esa confianza que la gente estaba depositando en ti al dominar la lengua ¿decides ponerte a vender y después decides irte?
Así es. Veía esa necesidad pero no tenía manera de sostenerme económicamente. —Aquí no voy a lograr nada—pensé. Además los problemas políticos empeoraban, ya ni las instituciones querían meter a su gente a la zona y tomé esa decisión por mi propia seguridad. Fue en ese momento que decidí dedicarme a vender y con todo y que me iba bien me fui a Estados Unidos. Estando allá tuve contacto con gente. En mi caso, antes de entrar a la carrera de medicina, estudié en la Universidad Pedagógica Nacional, soy maestro de educación indígena y trabajé en el magisterio. Eso permitió que conociera a mucha gente porque estuve en varias comunidades de Oaxaca. Cuando llegué a Estados Unidos todos se sorprendieron— ¿Qué hace un maestro aquí?—se preguntaban— Pensaron que seguía ejerciendo mi profesión de maestro y para todo me llamaban: maestro…maestro…Tuve que explicarles que había terminado también la carrera de medicina.
Es interesante que encontraras tanta gente de tu tierra allá.
De hecho en California hay dos asentamientos triquis con una gran población. Y estuve yendo a ambas comunidades. Cuando llegué allá empecé a platicar con los líderes, para respetar la estructura organizacional de nosotros los indígenas: siempre tenemos alguien que nos representa y es alguien que nadie lo pone sino que se gana ese lugar dentro de la comunidad. Ahí me puse en contacto con ellos y les dio mucho gusto. Lo más increíble era que no me creían lo que les decía— Estoy en la misma situación ilegal que ustedes. Y no, no vine en avión— pensaban que había llegado en avión—Vine igual que ustedes y pasé lo mismo que muchos de ustedes en su viaje para acá—y no me creían. Ya se imaginarán, a algunos les dio mucho gusto y a otros les dio tristeza —¿Para qué te pide el gobierno estudiar si no te apoya? No tiene ningún chiste estudiar— me decían.
Y yo no les daba la razón, al contrario, defendía la otra parte en donde les decía, que la situación económica estaba muy difícil, etcétera, etcétera. Defendía mi posición. Finalmente dijeron que querían apoyarme y empezaron a presentarme en las clínicas de California. En una de ellas conocí al doctor Maximiliano Cuevas, director de las clínicas del Valle de Salinas, a quien le llamó mucho la atención mi labor e inclusive me invitó a trabajar con ellos. Sin embargo, mi situación migratoria me lo impidió. Iba a la clínica y de hecho todos los enfermeros, enfermeras y médicos de ahí me decían—Ah qué buen médico eres y además eres triqui. Pues tenemos una comunidad muy grande de triquis a quienes no sabemos cómo llegarles—.
Y empezamos a platicar, inclusive hasta hicimos un pequeño programa sobre cómo trabajar con la comunidad. Ellos también se dieron cuenta de mi situación migratoria, ser ilegal era algo que no me tenía a gusto. Todos en mi comunidad me aconsejaban—Hay que cuidarse de la migra—Y la verdad es que sí me cuidaba. Sin embargo, a pesar de esta situación, logré hacer buenos contactos en Estados Unidos. Conocí a varios investigadores, entre ellos a Jonathan Fox, una persona que también investiga sobre migración y salud en Estados Unidos en la Universidad de Santa Cruz de Los Ángeles. También conocí a una investigadora de la UAM Xochimilco, a la Doctora Xochitl Castañeda.
Conocí a varias personas con quienes hablaba mucho de salud pero caía en la cuenta de que si en México no encontraba trabajo pues peor cuando estás indocumentado en Estados Unidos. No tenía un ingreso a pesar de estar en una clínica o en un hospital. Necesitaba tener un ingreso y comencé a buscar trabajo para mantenerme. Entonces me dedique a lavar coches en un Car Wash.
Todo el tiempo me preguntaba ¿qué hago aquí? Veía a mis primos que se fueron junto conmigo y me decían—Oye ¿qué haces aquí? Tú eres médico, tienes que estar en México apoyando a nuestra gente—Pero cómo—les contestaba—No se me abren las puertas. Esto es muy difícil para mí—.
¿Trabajabas por la mañana en el auto lavado y en la clínica por la tarde? Platícanos un poquito.
No, no trabajaba en la clínica. Iba a platicar, a conocer a la gente porque me interesaba mucho entrar ahí, pero no podían darme trabajo por mi situación migratoria y yo lo entendía. Una empresa de ese tipo en Estados Unidos no puede contratar gente ilegal. En las tardes iba con ellos y en la mañana a mi trabajo. Me dediqué un largo tiempo a lavar coches. Poco después, conocí a una de las personas que trabajaba en el programa “Iniciativa de las Américas” y a partir de ahí el me invitó a ir a varias reuniones—Me interesa que vayas porque trabajamos mucho con el pueblo triqui, por lo tanto tienes que estar ahí, quiero que conozcas lo que hacemos—me dijo.
Me invitaron al consulado mexicano en San Francisco. Fui a muchas reuniones ahí. Me llamó la atención su interés por trabajar pero no sabían cómo. Además tenían como barrera el idioma y pues si no hablaban el español menos el inglés. Y ahí empecé a trabajar con ellos aunque después también hubo problemas. Asesinaron al compañero que estaba al frente de la Iniciativa de las Américas y se vino todo abajo. Aunque algunas personas me estaban sugiriendo solicitar asilo político porque la región de la que soy originario tiene problemas y justo por eso podría solicitar asilo político.
Hasta me llevaron con los abogados de “Caritas” —Edilberto ¡bienvenido! Pero te vamos a explicar cómo está esto. Te damos asilo político y va a ser muy fácil que lo logres porque mucha gente de tu pueblo ya lo tiene. Cumples con todos los requisitos y por si fuera poco eres profesionista—me dijeron—Pero hay una cuestión, no vas a poder regresar a México; al contrario, si tienes familia, te la vas a tener que traer, ya nunca regresarías a México—Entonces la verdad pensé que eso no podía ser. Yo quería regresar a México.
¿Por qué querías regresar a México?
Quería seguir buscando una oportunidad. En Estados Unidos pensaba—Es que en México no esperé, no me di la oportunidad, me aceleré—Pensé que debía volver y estar tranquilo, con mucha más calma. Así que estuve de marzo a octubre y después regresé a México. Sin embargo, antes de regresarme y aún estando en California, tuve la invitación, de parte de unos primos de Oaxaca que están allá, para ir a Nueva York. La única experiencia que tenía de viajar por los Estados Unidos fue cuando entré como ilegal—de Tecate a San José, San Diego, Los Ángeles—, y fue muy distinta porque pues ahí nos persiguió la Migra y no fue agradable, y si me hubieran detenido me habrían fichado. Así que decidí aceptar la invitación y viajar a Nueva York.
En NY había también un grupo de personas interesados en trabajar con triquis, quienes pedían que me quedara, y me comentaron que buscarían la forma de convertirme en un indígena norteamericano porque ya habían hecho eso con algunos estudiantes triquis que llegaban muy jovencitos. Al ser indígena nativo de Estados Unidos tienes muchísimas oportunidades, allá tienen más apoyo, les dan estudios y si estudian reciben becas hasta que terminan su profesión. Y me ofrecieron esa opción pero tenía que volver a estudiar pues no reconocían mis estudios y la verdad no acepté. Además no era tan sencillo como decían, tenía que esperarme mínimo dos años porque no era ingresar mis documentos y ya. Era demasiado tiempo.
Entonces entré a trabajar a una pizzería pero pensé—Ya no tengo nada que hacer aquí— Sin embargo seguí platicando con la gente que apoya a triquis en Nueva York y me dijeron—Edilberto puedes hacer una cosa, regresa a México arregla tu situación migratoria y cuando tengas tu visa, será más fácil para nosotros apoyarte desde acá. Pero tienes que estar en México—. Lo pensé muy bien, y dije—Sí, es cierto y me regresé—. A pesar de todo, fue una experiencia muy bonita para mí estar de indocumentado.
La gente allá dice que el sueño de todo estadounidense es atravesar Estados Unidos en carro. Estando en Nueva York le hablé a un amigo que también apoya mucho a la comunidad triqui y que vive allá. Alguna vez él me platicó que tenía ese sueño también; en esa ocasión me dijo que si él rentaba el carro yo ponía la gasolina e hicimos ese viaje. Le llamé y comenzamos esa travesía. Fue una gran experiencia y regresé nuevamente a California a saludar a toda la gente que ahí conocía y finalmente me despedí de ellos. Regresé a México por Baja California en dónde también hay un gran asentamiento triqui. Los triquis estamos prácticamente en toda la República, pero los lugares a los que fueron llegando primero ya son comunidades triquis como en San Quintín, Baja California.
Allá son jornaleros agrícolas y en medio de todos esos asentamientos se construyó un hospital del Seguro Social y cuando estuve en Estados Unidos, había tenido contacto con un norteamericano que apoya triquis en San Quintín—¿Por qué no vienes para acá? Yo te llevo y te presento con el director del Seguro Social o con el Coordinador de Servicios de Salud para ver si hay algo para ti—. Así que me animé y acudí a visitar al director del Seguro Social para comentarle la situación y quedé satisfecho de que podía haber una posibilidad de empleo.
Decidí esperar y regresar al DF, pues mi familia ya estaba allá, pero reparé un poco en el uso del Internet, de la tecnología y todo lo que implica y pensé: hay triquis en Sinaloa, Sonora, Nayarit— Voy a ingresar papeles en todas las secretarías de esos estados y pues ojalá uno ‘pegue’— Ya estaba a punto de irme a San Luis Potosí a trabajar con una ONG, una organización con presencia mundial de carácter civil. Al mes de haber ingresado mis papeles en las Secretarías me hablan de Sonora, un 13 de noviembre, para decirme que están interesados en un médico que domine la lengua triqui y con interés en ayudar a su gente. Era un trabajo del programa Oportunidades. —Si está interesado, preséntese con nosotros—me dijeron. Me dieron algunos otros detalles—como el sueldo… jajaja—y decidí irme para allá.
Hice a un lado la oferta de San Luis en donde trabajaría con Huastecos. Había hecho mi internado en San Luis Potosí y conocía esa parte del país y me agradó la idea. Sin embargo en un principio dijeron que mi actividad laboral sería regida por un contrato y después —Doctor, ya no va a ser por contrato, va a entrar inmediatamente por base— Me preguntaba cuál era la mejor opción, además me estaban esperando. Tenía que presentarme en ambos lugares en la misma fecha entonces finalmente pensé en que San Luis ya lo conocía y decidí irme para Sonora. Llegué un día quince de noviembre en la tarde y al día siguiente tenía que presentarme en el Centro de Salud.
Llegué al poblado de Miguel Alemán a cuarenta y cinco minutos de la capital del estado de Sonora. Aunque sigue siendo parte de Hermosillo, ahí se concentran todos los jornaleros agrícolas que van al norte: indígenas, no indígenas, migrantes de otros países o de otros estados del país como Tabasco, Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Puebla, de casi todo el país, gente que no habla español: triquis, zapotecos, mixtecos, nahuas, y muchas etnias más. Yo fui contratado para ayudar a la comunidad triqui, pero pasó el primer mes, el segundo y no veía triquis en el Centro de Salud y dije ¿qué pasa?
Me habían dicho que iba a trabajar con triquis y no los veía, solamente en casos de urgencias. La gente de Urgencias me llamaba y me decía—Doctor, aquí hay una persona que no sabe hablar español, habla triqui, ayúdenos con él— Pero sólo eran casos de urgencia. Entonces estaba un poco inquieto y me dediqué a investigar el por qué y comencé a acercarme a la comunidad. La razón por la que no acudían al Centro de Salud era porque no los trataban bien. Había discriminación y además la lengua era un problema, porque nadie en la clínica hablaba triqui.
Así, poco a poco me fueron conociendo y de hecho ya conocía a algunas personas que estaban ahí. Eran gente de mi pueblo que se habían ido pero que ya nunca más había sabido de ellos. También me reencontré con familiares que tenía muchos años de no ver. Nunca sabía dónde andaban hasta que llegué ahí. Y finalmente me fue muy bien porque realmente pude trabajar con ellos. Aunque inicialmente fue algo difícil después mejoró. Empecé a trabajar, a salir a la comunidad, a dar pláticas, a conocer, y de hecho realicé un censo en varias comunidades. Fui casa por casa y finalmente conocí a todos. La gente comenzó a tenerme confianza y poco a poco comenzaron a acudir al Centro de Salud. El éxito fue tal que ya no venían solamente de una comunidad. En Sonora hay tres asentamientos triquis: en el poblado de Miguel Alemán, en la Estación Pesqueira y en Caborca. Son tres lugares que están un poco retirados entre sí y aún así, iban a buscarme hasta Miguel Alemán gente de aquellas regiones.
Al notar esto, me puse en contacto con el director de los Centros de Salud de que aquellos lugares. Aunque no era parte de mi trabajo, sí era mucho mi interés de trabajar por mi comunidad triqui. Acudía los sábados a las otras dos comunidades y fue una satisfacción muy grande pero ahí noté algo muy importante en mí: me di cuenta que me faltaba mucho como para llegar a tomar decisiones sobre hacer algo o no. Sabía que tenía que prepararme más. —Soy médico pero si sigo siendo un médico de consultorio, no voy a pasar de atender al paciente y hasta ahí—pensé.
Comenzaron a surgir a algunos problemas. Ahora mismo tenemos el caso de que en la comunidad en la que yo estuve los casos de diabetes van en aumento y muchos han muerto por lo mismo. Cuando llegué comenzamos a tratar a un grupo de personas pero no todos quisieron el tratamiento, sin embargo, de las cinco personas que decidieron seguir las indicaciones recomendadas mejoraron. La gente comenzó a cuidar su dieta y ahí la gente empezó a decir: “el doctor cura la diabetes”. Y por supuesto que no era eso sino que la gente ya contaba con información y eso es lo que les hace falta. Saber en qué me perjudica la diabetes y qué es lo que me puede pasar.
Empezamos a trabajar también con las embarazadas pues yo veía que no iban nunca al Centro de Salud. Iban ya hasta el momento del parto, el control prenatal no existía para ellas. Comencé a invitar a las señoras, tanto triquis como no triquis, y logré que asistiera un grupo de sesenta mujeres. Comenzamos a trabajar con las que sabían hablar español y les preparábamos su expediente, ya podíamos atenderlas en el Centro de Salud porque se podían comunicar más fácilmente y me daban la oportunidad de trabajar con las mujeres triquis. Platiqué también con las parteras y yo iba a una casa que acondicionamos como un Centro de Salud; ahí podíamos atender a la mujer en el piso, con su petate, su huipil.
Entonces empezaron a llegar muchas mujeres. Fue una experiencia formidable. La verdad que me propuse trabajar en todo esto mucho más, me interesa mucho la salud intercultural, no solamente con los triquis, sino desde los Servicios de Salud qué podemos hacer desde ahí, cómo capacitar a nuestra gente, enfocar las políticas públicas hacia los grupos indígenas, dar oportunidad a los profesionistas indígenas, involucrarlos en el trabajo comunitario porque sí tenemos muchos pero no quieren regresar a las comunidades porque no es un trabajo seguro si sólo les dan contrato por seis meses. Si les brindáramos mejores condiciones, creo que todos regresarían a sus comunidades. Pero eso es justo lo que no se logra.
Estando en Sonora me di cuenta de que había apoyos para indígenas para continuar preparándome; busqué en internet y empecé a averiguar la beca de la fundación Ford. Afortunadamente, iba con mi perfil, porque un requisito era que el interesado realizara trabajo comunitario; que tuviera experiencia con comunidades indígenas, ser parte de una de ellas, y sobre todo el interés por regresar a tu comunidad una vez que termines el posgrado. Ingresé mi documentación y efectivamente lo logré y mira, estoy aquí en el INSP.
Decidí aquí porque antes de venir había leído la bibliografía del INSP y al buscar en la página web me pareció muy interesante cuando mencionaban la materia de Políticas en Salud. En esa selección también fui a la UNAM y a otra institución de posgrado. En la UNAM definitivamente dijeron que no por lo que yo estaba proponiendo para mi anteproyecto —que hablaba precisamente sobre salud intercultural y políticas públicas para la formación de recursos humanos—.
Esperé la respuesta por parte del Instituto para decidir si buscaba en otro lado o no. Y fui aceptado. En el tiempo que llevo aquí, creo que fue la mejor opción por todo lo que estoy aprendiendo y aparte por la oportunidad que me dan para decidir por el proyecto de investigación. Ya estoy en pláticas con algunos investigadores y de hecho ya tengo mi tema de investigación. Esto es lo que yo quería desde un principio, desde que ingresé mi documentación a la Fundación Ford.
El viernes, cuando tuve la fortuna de conocerte, me decías que estuviste en contacto con Julio Frenk ¿Cómo conociste al doctor?
Terminé la Universidad en el 2004, me titulé en 2005 y a partir de ahí comencé a tocar puertas. Como no encontré nada en Oaxaca, me tuve que ir al DF. De ahí conocí al doctor Julio y a HildaDávila, quien fue su secretaria particular, pues acudí justo a la propia Secretaría para pedir una cita con él. Unos años después, cuando estaba en Estados Unidos, había ido a la Secretaría de Salud en el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, y allá Hilda Dávila era la encargada del Programa de Salud Binacional.
En México, cuando solicité una cita con el Dr. Julio Frenk, pensé que me recibiría otra persona, pero me sorprendí cuando él personalmente me recibió en su oficina. Sin embargo, el contacto posterior fue con la licenciada Dávila. Me presenté con ella y le dio muchísimo gusto que pudiéramos trabajar juntos, me dijo que me iba a apoyar para encontrar empleo. Sin embargo regresé poco después y ya no estaba; jamás pregunté cuál había sido su destino. Al llegar a Estados Unidos se hablaba mucho del Dr. Frenk. Y tuve la oportunidad de conocer al Doctor Córdova Villalobos, pero esa fue la historia de mi contacto con el Dr. Frenk. Siendo él, Secretario de Salud, le envié varias solicitudes y me hizo favor de hacerme llegar información o recomendaciones a ciertos hospitales.
Cuando regresé de Estados Unidos y al ingresar al INSP le escribí nuevamente al Doctor Frenk, le comenté todo lo que estaba haciendo y todo lo que había pasado. Sabía que él ya era el decano de Harvard pero su recomendación fue expresamente que me convenía más acudir a la Universidad de Berkeley dado que dicha institución trabaja muy de cerca con las comunidades donde a mí me gustaría trabajar.
El doctor Julio Frenk, me puso en contacto con la doctora Xóchitl Castañeda y a su vez ella me canalizó con la persona que trabaja en el programa enfocado a esas comunidades. De ahí nace la inquietud de realizar una estancia de seis meses en alguna universidad del extranjero.
Oye Edilberto, a lo mejor por ahí debimos de empezar y te puede parecer un poco vaga mi pregunta pero ¿Qué es el pueblo triqui para ti, cómo son los triquis y cuáles son sus orígenes?
Bueno, para más o menos ubicar la región, estamos dentro la Mixteca Oaxaqueña, región que tiene treinta dos comunidades. Yo nací en una comunidad triqui y en San Miguel Copala crecí y estudié la primaria. Después me fui para un municipio que no es triqui. Cuando yo era pequeño, mi abuelito era el curandero del pueblo, así que desde que yo lo veía curar me nació la idea de seguir su camino: curar a las personas. Miraba cómo llegaban a buscarlo y pues crecí con él hasta que yo iba en la escuela secundaria. Íbamos a un municipio que está, más o menos, a una hora caminando, íbamos y veníamos. Así crecí y por lo tanto conocí muy bien a la comunidad.
La región triqui es una comunidad donde tenemos nuestras propias características como cualquier otro pueblo indígena. Tenemos nuestra lengua y nuestra forma de vestir. La región triqui se divide también en tres regiones, en tres subgrupos; a donde yo me refiero que son treinta y dos comunidades corresponde a la Triqui Baja; la Triqui Alta también tiene sus propias comunidades y es una zona montañosa donde hace mucho frio. En la zona la Triqui Media, otro municipio con clima templado. Esas son las tres regiones triquis.
Crecí hablando triqui, conocí usos y costumbres, cómo se vive, como te desarrollas en las comunidades, y como cualquier otro niño en una comunidad, tuve la curiosidad de ir explorando mi mundo. Tuve la oportunidad de estudiar la secundaria, de ahí me fui a la prepa y al terminarla quería seguir estudiando, pero no se pudo. Entonces me metí de maestro porque, aún terminando la prepa, en el caso de los indígenas podemos trabajar pero con la instrucción de estudiar la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Así que estudié Pedagogía.
Es increíble que nos conocemos todos en la comunidad, casi todos somos de una misma familia. Por ejemplo, estoy en San Miguel Copala y allá tengo una tía o un tío, tengo primos, primas de Río Venado, Cerro pájaro, Cerro cabeza, Cruz chiquita, entonces nos conocemos casi entre todos. Esa es la característica principal del pueblo: está unido por lazos familiares y es un pueblo muy unido aun estando en problemas. Hay pueblos en pugnas políticas pero a pesar de ello las familias no dejan de visitarse. Siguen manteniendo contacto.
¿Qué significa triqui?
No sabemos realmente de donde viene el origen de la palabra, pero el triqui para mi es una palabra que nos identificó de los españoles durante la conquista. Nosotros nos conocemos como diyajan: los originarios, los nativos. O sea, somos nativos originarios, es lo que quiere decir diyajan. Así nos conocemos entre nosotros, pero la gente ya está más identificada con triqui. Pero en la parte alta existen ya personas con más preparación profesional, ellos los dividen en dos. Para ellos es: el poderoso, el rey; se refiere a qué fuimos poderosos. Ahí hay un cerro muy alto—es la leyenda de la parte alta—y que de ahí nacimos todos. Según cuenta la leyenda nacimos de tres hermanos: San Andrés, San Juan y San Martín. Por diferencias se separaron, San Juan se fue porque peleó con los otros dos y luego ya después San Martín también se separó de su familia. Así es la leyenda de nosotros y que separa las tres regiones: está la cabecera de San Andrés Chicahuaxtla, San Martín Itunyoso y San Juan Copala, los tres municipios de la región triqui.
Por lo que platicaste tuviste la oportunidad de estar en contacto con comunidades triquis en Oaxaca, en el resto del país e inclusive en Estados Unidos, en el ámbito de la salud pública ¿cuáles son los principales problemas que identificaste, sus comunes denominadores?
Es diferente. Tuve la experiencia de trabajar directamente en un Centro de Salud de la comunidad triqui en Oaxaca, allá son más las enfermedades infecciosas, las diarreicas agudas, en su mayoría son los niños quienes más las padecen. Cuando me voy para Estados Unidos es muy diferente el tipo de enfermedades que padecen allá. En primer lugar es la diabetes lo que más afecta a la comunidad. Esas son las diferencias que yo noté al trabajar en Oaxaca y en mis tres años en Sonora. Sin embargo, a pesar de que las comunidades de ese estado cuentan con todos los servicios, la comunidad triqui sigue teniendo el nivel más bajo de desarrollo tanto en los servicios como en el plano económico, siguen siendo muy vulnerables.
Es gente que realiza mucha actividad física y muchas cosas más ¿A qué atañes esa diferencia por ejemplo en diabetes?
Para mí es el cambio de estilo de vida pero principalmente la alimentación. Tomemos el ejemplo de la población triqui en Estados Unidos y en México (Sonora). Son muy distintas: una casa triqui en donde papá, mamá, y los hijos son jornaleros y donde no toman agua porque al ir a su trabajo llevan coca cola. Por supuesto que en su casa no va a haber garrafones de agua. Sino lo que ves son latas de refresco que compran de cinco o seis para llevarse el lonche. Igual en Estados Unidos, allá a un lado de su refrigerador tienen cajas de refresco, no son tres o cuatro latas de refresco, son cajas completas, cajas de sopas “Maruchan”, y eso es lo que más consumen. Además consumen mucho la comida rápida: van mucho a los “McDonalds”.
Y diría que es más la parte cultural ¿por qué? Porque tomar refresco en el pueblo, en la región triqui de Oaxaca, es sinónimo de posición económica. Si tienes dinero tomas refresco. Cuando están en el norte y trabajan, se dicen a sí mismos— ¿No tengo refresco en casa? ¡Qué van a decir mis compañeros! ¡Cómo me van a ver!— Cuando los grandes caciques españoles desplazaron a nuestros ancestros triquis a las tierras donde vivimos actualmente, lo hacían a cambio de refrescos, de aguardiente, de cerveza.
Lo mismo pasó con la economía que se vio muy afectada. La venta de café era la principal fuente de ingreso. Los caciques empezaron a acaparar todo el café, lo compraban a un peso por kilo. En los años ochenta comenzaron a cambiarlo por aguardiente y luego por armas. Así fue como la región comenzó a armarse y el pueblo triqui se vino abajo porque en vez de que la gente comenzara a unirse para recuperar sus tierras se dividieron más. Y a la fecha sigue ese problema, porque literalmente la zona triqui es una zona de guerra, hay mucha violencia. A la fecha, los niveles de gobierno, municipal, estatal y federal no han hecho nada para mantener el orden, inclusive ahora mismo “Amnistía Internacional”, de la ONU, están ahí en la región.
A qué lo atañes ¿son cuestiones políticas— y lo pregunto porque en general el país vive en violencia— está referido a la guerra con el narcotráfico o son cuestiones más antiguas?
Son cuestiones más antiguas que no tienen nada que ver con el narcotráfico sino que es más un problema interno de partidos políticos. Uno de ellos se quiere apoderar y el otro también. Actualmente no existen garantías de seguridad, no se respetan los derechos humanos, a las mujeres se les trata muy mal. Muchos jóvenes no quieren estar en la comunidad triqui y sé que sí les gustaría regresar, aun estando fuera dicen— ¡Yo sigo siendo triqui!— Aún hijos de personas que llevan veinte veinticinco años viviendo en Sonora, Sinaloa, en Estados Unidos me dicen—Es que yo soy triqui, a mí me gustaría regresar a mi pueblo— Sin embargo es muy difícil porque no hay seguridad. Hace poco asesinaron a un activista y el pueblo de San Juan Copala estaba rodeado de paramilitares. Una caravana de derechos humanos intentó ingresar a la región y un activista belga (http://cecuidh.wordpress.com/2010/05/03/mexico-gobernantes-de-oaxaca-implicados-en-el-asesinato-de-dos-activistas/) fue asesinado (Tyri Antero Jaakkola).
Hay muchos intereses de por medio. Sabemos, y aquí en Cuernavaca hay una persona que ha estudiado mucho sobre eso. Existen yacimientos minerales en la región triqui y se dice que tiene que ver todo con eso. Quieren explotar esos recursos. Y de ahí que quieran dividir a nuestra comunidad. Hay un mapa, el cual tuve la oportunidad de mirar, de los minerales con los que contamos y se estima más o menos la cantidad que se tiene. Pienso que eso tiene mucho que ver en los problemas de la región.
Al ser un pueblo con tantos usos y costumbres ¿qué estrategias crees que debe de utilizar la salud pública para poder trabajar con la comunidad triqui?
Es un poco difícil. Pero si uno conoce bien la comunidad—tenemos nuestra propia manera de curarnos—, y la manera de prevenir sí existe en la región triqui, tienen sus propios conocimientos médicos, tanto la relación con la naturaleza como la relación con ellos mismos. Habría que trabajar directamente con los líderes de las comunidades. Todos ellos no están de acuerdo con los problema que existen ahorita. El problema es con los otros líderes involucrados ¿Y quiénes son los involucrados? Los representantes políticos, y no son los líderes natos del pueblo, sino que son personas que tienen otros intereses, sobre todo económicos.
¿Existen trabajos en Salud pública, intervenciones en la comunidad o investigación que se hagan en la zona triqui?
No. La región ha estado abandonada. Ni el INEGI pudo hacer su trabajo, en el censo de 2010 los triquis no están contados porque no se les permitió la entrada a la comunidad. No vamos a aparecer en los datos del país. Claro que los de otras partes sí, como en Sonora. Entonces no hemos tenido servicios de salud por mucho tiempo y por ejemplo no hay médicos ahorita. Para acudir a un servicio de salud la gente acude con médicos particulares o a un hospital ya sean del IMSS o de la secretaría pero fuera de la región. El peligro es que para algunas comunidades pues el primer hospital o centro de salud les queda a cinco o seis horas de camino.
Y no se han diseñado programas, si realmente tuvieran interés, la Secretaria de Salud de Oaxaca podrían implementar un programa donde ya haya personal que se dedique exclusivamente a trabajar sobre esa comunidad. Oaxaca es el estado con mayor número de pueblos originarios y no tenemos un programa específico. Antes entraba una caravana de salud, pero ya ni las unidades llegan por la dificultad del problema. Apenas hace unos meses asesinaron a dos líderes de las comunidades entonces está muy difícil la situación.
Con todo esto que ves ¿qué quiere Edilberto, qué busca Edilberto y qué le quieres regalar a tu pueblo?
Es una pregunta difícil de contestar. Está claro que no tengo ni un papel firmado con ellos; no tengo algo que me obligue a hacerlo, pero para mí es un compromiso moral al ser parte de la comunidad triqui. Ahí crecí ahí y me duele verlos así. En este momento estoy en proceso de formación y creo que las cosas van a cambiar. Creo que en este momento el problema ha llegado al máximo.
Algunos amigos me han comentado que los líderes triquis han estado buscando el diálogo—los líderes de comunidad, no los políticos—han caído en la cuenta del daño que se han hecho. Ya están buscando un acuerdo de paz. Y con la formación que voy a tener aquí, en el INSP, que desde mi punto de vista va muy de la mano con lo que podría hacer allá, que sería organizar un programa, un modelo de atención exclusivamente en la comunidad. Actualmente esas comunidades viven sólo de los conocimientos—que son muy valiosos—pero también requerimos de los servicios de salud. A veces uno quiere hacer mucho pero falta recurso, de apoyo, de experiencia, y lo veo más viable a través de las políticas públicas. Hacer un trabajo de investigación serio y presentarlo a los tomadores de decisiones. Ojalá me den la oportunidad de tomar decisiones algún día.
¿Cuántos triquis hay en la zona de Oaxaca? ¿Hay algún censo nacional? Y en Estados Unidos ¿existe algún censo sobre la población triqui en aquel país?
A pesar de que no hay censo podría decirte que en la región triqui actualmente se estima que son de veinticinco a veintisiete mil habitantes. Según algunos investigadores es mayor la población que esta fuera de la región de Oaxaca. Entonces estamos hablando de una población muy grande que realmente no necesita de un sólo Edilberto, necesita varias personas con el mismo interés para poder apoyarlos porque realmente están en una situación muy difícil. Claro que tampoco podemos cambiar las cosas de un día para otro pero debemos ir desde la formación de los futuros profesionistas triquis que para mí sería la mejor opción, que conozcamos nuestra propia historia, en qué nos hemos atorado y qué podemos hacer. Eso para mí es un compromiso muy grande.
Muchos jóvenes me preguntan qué cómo le hago para seguir, para subsistir— ¿No te aburres de ser médico?— Hay quienes me hacen recomendaciones: —Deberías de poner tu farmacia, no en el pueblo triqui sino en la cabecera municipal, y verás que vas a jalar toda la gente, vas a tener muchos pacientes—. Cuando estaba en Sonora los consejos de mis compañeros eran parecidos —¿Por qué tanto interés de apoyar a la gente? No te lo van a agradecer. Mejor pon una farmacia. Aquí tienes una población muy grande de inmigrantes, te iría muy bien…si quieres te apoyo a construir la clínica pero nos asociamos ¿no?—Pero siempre me he negado. Lo mío es más trabajar en lo social, y más directamente en el área de salud pública pues implica atender a toda la
población no nada más a unos cuantos.
población no nada más a unos cuantos.
En cuanto al índice de escolaridad ¿Cuál es el promedio? ¿Hay muchos triquis en tu situación profesional?
Realmente no tengo un dato pero somos muy pocos los profesionistas. Ahorita ya tenemos otros dos médicos en la región. Somos tres médicos de la parte Baja. De la parte Alta creo que son un poquito más, cinco o seis. Tenemos enfermeras pero trabajan fuera del Estado. Hay un odontólogo militar pero no está en la región y no le interesa regresar. Tenemos varios abogados que radican principalmente en la ciudad de México. Existen cuatro trabajadoras sociales, dos en el DF, una en puerto Vallarta y otra en Sinaloa.
En Estados Unidos hay más profesionistas pero ya se quedaron a trabajar allá. Y realmente somos muy pocos y nuestro compromiso sigue siendo con los jóvenes. Estamos pensando hacer una página de salud con la comunidad triqui con un compañero que estudia en la UNAM la carrera de ingeniería en telecomunicaciones y surgió de su interés de hacer algo por los jóvenes también.
Hablarles de educación enfocada a la salud y otros temas. Esperemos que se nos haga porqueimplica pagar anualmente a un servidor y todo eso. Ya platicamos con otros compañeros triquis sobre este asunto y nos dijeron que contáramos con su apoyo para hacer esto posible.
¿Pero es la falta de infraestructura o es la falta de interés?
Pueden ser las dos cosas. Tenemos escuelas primarias en casi todas las comunidades y secundarias en dos o tres. Bachilleratos existen solamente dos para las treinta y dos comunidades. Pero lo que pasa es que también hay jóvenes que estudian pero con esto de la migración por la violencia o por cualquier otra causa, siempre han pensado que el que se va tendrá mejores condiciones y sabemos que no siempre es así. Y otra cosa es los jóvenes que terminan el bachillerato pasan a ser parte de magisterio y como los maestros ganan muy poco allá, tampoco se animan a estudiar esa profesión. No pueden hacer una casa o comprar un carro como si se van a Estados Unidos—Si me voy para el norte, voy a tener carro, voy a tener casa piensan. Pero también se explica en la falta de escuelas, hay gente que para ir a la escuela tiene que hacer un recorrido de tres horas y entonces para evitar eso paga renta, alimentación y la falta de recursos hace más difícil este tipo de casos.
Hablabas de lo difícil que es ser profesionista de una etnia. Desde tu punto de vista ¿cuál es la mayor diferencia?
Bueno en mi caso tengo un compromiso con ellos aunque como ya dije: no tengo un papel firmado. Es muy difícil para mí porque en este momento soy el único. Cuando terminé la carrera de medicina era el modelo para ellos y fue muy difícil porque no se daba la oportunidad de trabajar y demostrarles que terminando una carrera tienes un trabajo estable y remunerable y que puedes apoyarlos. Mis primos me decían: — ¿Y para qué estudiaste si no trabajas? Mejor vámonos para Estado Unidos ¿no?—Y lograron convencerme. Durante mi formación mis compañeros eran gente que no pertenecía a ningún pueblo indígena. Ahí me di cuenta de que muchas personas van a la escuela pero no tienen la mentalidad solidaria de qué voy hacer por mi pueblo. Simplemente son personas que van a la Universidad, estudian, se forman, hacen una especialidad, hacen dinero, ponen una farmacia y listo. Ser parte de una etnia te abre otra perspectiva porque vives, eres parte de esa comunidad, entiendes sus necesidades. Como profesionista ese es el compromiso que tengo.
Durante el proceso de selección en el INSP tuvimos una clase que tiene que ver mucho con etnicidad. Ahí nos comentaron el por qué ahora el instituto debe tener diversidad en sus alumnos, y como lo mencionó la Doctora Laura Magaña: es la primera generación que se presenta así y aunque nos dijeron que ya habían estado otros compañeros antes que yo, sé que este año se le dio más énfasis. Para mi caso el compromiso también es con la Fundación Ford quien nos dice—Si van ustedes por delante, la generación que viene detrás—que por cierto se verán en Cuernavaca por estos días y entre ellos hay cuatro interesados en Salud Pública—si le echas ganas y sales bien y lo reconoce la institución en donde estás, le estás abriendo camino a futuras generaciones. Pero si no respondes, van a decir que los alumnos de la fundación Ford no son buenos estudiantes— Ése es otro compromiso para mí.
Aunque me está costando mucho trabajo, porque desde 2005 hasta estos días había olvidado estar lleno de lecturas, como ahora en la maestría. Pero no me queda más que ‘darle’ para volver a adaptarme a este ambiente y además veo que el programa sí me está dando todas las herramientas. Al menos lo poco que llevo hasta ahora me está dando muchos conocimientos en loque es un sistema de salud. Y esto va de la mano con lo que quiero hacer, hacer que la comunidad
trabaje conjuntamente con la institución.
trabaje conjuntamente con la institución.
¿Algo más que quisieras agregar Edilberto?
Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer al Instituto la oportunidad por estar aquí. Creo que es una de las instituciones que—a nivel nacional e internacional—tiene compromiso social. Porque no es solamente decir: voy a formar recursos humanos, sino que a través de las investigaciones que aquí se realizan, le devuelven algo a la sociedad. Ahora que soy parte de la Institución, me siento muy satisfecho y orgulloso: ahora sí soy de salud pública. De tal forma que actualmente mi primer compromiso es el INSP, aquí en la maestría.
Al terminar este compromiso regresaré a Sonora. Hay una nueva administración y nunca ha existido un programa de salud para pueblos indígenas en ese Estado, a pesar de que tienen ocho grupos indígenas originarios de ese lugar y de migrantes tienen tres. Creo que voy a salir adelante porque aquí en el INSP estoy recibiendo la base del conocimiento
¡Muchas felicidades Edilberto y gracias por tu tiempo!