18 de diciembre de 2012

La digna resistencia de los desplazados de San Juan Copala

“La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar nada”.

José Ortega y Gasset

Por: Diario Despertar de Oaxaca

La lucha por la sobrevivencia de los indígenas oaxaqueños, particularmente el pueblo triqui que mantiene su campamento en el corredor del Palacio de Gobierno en el zócalo de Oaxaca, debe respetarse y respaldarse por la sociedad civil organizada y por cada uno de los actores políticos de la entidad

Las declaraciones del gobernador Gabino Cué Monteagudo, respecto a que los manifestantes indígenas triquis son chantajistas y manipulados, son irresponsables y desafortunadas; develan su arrogancia e incompetencia como mandatario, así como su racismo y discriminación hacia el pueblo oaxaqueño, mayoritariamente indígena.

Cuando Gabino Cué Monteagudo habla mal de un indígena, habla mal de todos los oaxaqueños, quienes originariamente son de esta tierra y son nuestros pueblos ancestrales; insulta también a quienes nacieron y están registrados como ciudadanos oaxaqueños; todos generosos, amables, tolerantes y fraternos con quienes han decidido vivir en nuestra tierra y quienes nos visitan, con avecindados y aprovechados.

Al gobernador de Oaxaca, nacido y registrado en el Distrito Federal y a su Secretario General de Gobierno, Jesús Martínez Álvarez, se les olvida que llegaron a una tierra que no es suya, solos y sin invitación; que han vivido aquí de manera privilegiada por décadas y generaciones, siempre en cargos públicos, gracias a la generosidad de los oaxaqueños.

La lucha del pueblo triqui, los de allá y quienes están aquí, no es un capricho o necedad, es la disputa por la vida misma, ante las agresiones y la incapacidad del Estado mexicano, es decir, el gobierno federal, estatal y municipal para proteger y salvaguardar los derechos humanos de las comunidades desplazadas.

Las medidas cautelares otorgadas por los organismos internacionales para proteger al pueblo triqui no son atendidas ni cumplidas por el supuesto gobierno del cambio; son ignoradas y minimizadas por su nefasta maniobra para desprestigiar y desacreditar su exigencia de una vida digna y pacífica.

La actitud retrograda y malintencionada del gobernador y su Secretario General de Gobierno para deshacerse de un problema, evadiendo su responsabilidad, muestra el racismo y odio a nuestros pueblos indígenas; el campamento en el zócalo no es una estadía recreativa, es una necesidad ante la ausencia y omisión del gobierno estatal para brindar seguridad y protección a los desplazados en sus comunidades; es la ausencia misma del Estado en una zona donde el más fuerte es la ley.

Que no se le ocurra al gobernador Cué Monteagudo desalojar o exigir el retiro del campamento triqui para realizar una mundana fiesta del rábano, cuando el pueblo de Oaxaca importa al titular del Ejecutivo un verdadero rábano.

Sí es importante el turismo, el comercio, pero primero están los derechos humanos; quizás el gobernador debería tomar un curso como el que pretende impartir en su escuela de derechos humanos para comprender que con la vida de los ciudadanos no se juega, que lo fundamental es prioridad y que debe resolver prioritariamente el problema de seguridad en la zona Triqui para que las mujeres instaladas en el campamento del Palacio de Gobierno puedan regresar a salvo a sus comunidades.

Cuando Gabino Cué Monteagudo cumpla su obligación de garantizar la paz, la seguridad y la tranquilidad social a la ciudadanía puede hacer la fiesta que quiera, con todos los tubérculos que quiera.

Cuando su Secretario General de Gobierno haga su trabajo, dialogue y logre entendimientos, podrá argumentar necedad de la parte contraria, mientras, el necio será él, intentado regresar al autoritarismo que siempre le caracterizó y nunca pudo aplicar a cabalidad.

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